La Iglesia nos enseña que cada hogar es una Iglesia Doméstica, la forma más sencilla y original de la gran Iglesia universal. En el hogar, los papás representan a Jesús no sólo para gobernarlo con amor, sino para enseñar a sus hijos el Evangelio con el ejemplo y la palabra, y para santificar a sus hijos con la oración familiar y con los sacramentos de la Iglesia a los que los acercan.

Todos los bautizados participamos del sacerdocio de Cristo, tenemos el sacerdocio laical que complementan los sacerdotes ordenados con su sacerdocio ministerial. Los papás ejercen su sacerdocio laical cuando se casan, ya que ellos –y no el sacerdote– son los ministros de su sacramento del Matrimonio. Ejercen su sacerdocio cuando oran juntos y cuando oran con sus hijos. Ejercen su sacerdocio cuando bendicen a sus hijos.

¡Qué hermoso sería que los papás recobraran la vieja costumbre de bendecir a sus hijos al acostarse o cuando salen de casa! Que los niños exijan a sus papás que los bendigan en toda ocasión y así crecerán entre bendiciones y no entre maldiciones.

Empecemos esta misma noche, al acostarlos a dormir, haciendo la señal de la cruz sobre sus frentes, dale la bendición!¡Qué Dios nos bendiga a todos!