Palabras aparte merece la gran cuestión del temperamento. “Jamás se debe encerrar a un niño en un casillero, no los cataloguen. Esta es una crueldad que los va a destruir. A los buenos porque los echa a perder y a los malos porque no los deja levantarse.

La persona que mira las cosas desde el silencio y desde la reflexión, se queda pasmada de ver el cambio de la gente. Hay que ver el asombro que uno siente, cuando ve a un hombre a los veinte años y lo vuelve a ver a los cuarenta…. Las cosas que frecuentemente hacemos se van estabilizando en nosotros por el hábito, pero los hábitos se pueden cambiar.

Siempre hay que inclinarse sobre el caído, y pensar que es como nosotros y que podíamos haber caído mas que él.

El temperamento no determina la bondad ni la maldad de una persona. Nunca demos a nuestro temperamento un valor absoluto. No hay casilleros con temperamentos fijos.

Es la impiedad mas grande poner a las personas en un catálogo. El desconocimiento mas grande del ser humano.

Padre Mario José Petit de Murat